lunes, 16 de diciembre de 2013

Hip, hip ¿hurra?

Hace muuuuuchos años, cuando yo todavía era alumna, y no maestra, pensaba que no había nada peor que tener hipo en clase de filosofía.

Y es que el hipo aburrido no es cualquier hipo. ¿Habéis probado alguna vez a bostezar -por culpa del aburrimiento- en pleno ataque de hipo? No se lo aconsejo a nadie. El resultado es tan ruidoso como ridículo. Y a mí me ocurrió en varias ocasiones.

Pero hoy he descubierto que hay algo peor: Tener hipo cuando ya no eres una alumna, sino una maestra rodeada de un montón de niños y niñas de cuatro años.

Al principio nadie se ha dado cuenta porque estaban ocupados terminando de escribir "Felices fiestas" en el regalo que están preparando para sus familias. Pero cuando han terminado y yo he comenzado a hablar para contarles lo que íbamos a hacer a continuación, he sido descubierta.

Algunos han exclamado, sorprendidos "tienes hipo". Como si no me hubiera dado cuenta.

Otros, han comenzado a imitarme. Por cada "hip" mío, sonaban cuatro o cinco más.

Otro, más "alegre" ha completado cada uno de mis "hip" con un "hip hurra".

Una niña se ha dedicado a gritar "¡¡uuuhh!!" tratando de asustarme para quitarme el hipo.

Y, por último, un niño al que le encanta llevar la contraria, ha ignorado mi hipo para decirme amablemente "cuando toses pareces un perro".

¡Ay! Qué falta me hacen las vacaciones....

martes, 5 de noviembre de 2013

Meteorología

Cuando llega esta época del año, en pleno cambio de estación, son frecuentes las conversaciones sobre el tiempo en la sala de profesores. Entre mis compañeras son mayoría las que prefieren el frío, pero yo siempre digo que a mí el tiempo me da igual.



Veamos:

Un día de frío en vacaciones: Miras la temperatura que marca el termómetro de tu balcón y te alegras de no tener que salir de casa en todo el día. Te pones tu pijama favorito o tu chándal más calentito, preparas un chocolate caliente, te acomodas en el sofá con una manta y un buen libro y dejas pasar las horas... 

Un día de frío en el trabajo: Nada más llegar a clase te encuentras con un grupo de esquimales en miniatura. Bufandas bien enrolladas y atadas a la espalda, para que no se las puedan quitar... eres tú quien tiene que desatarlas una por una. Mientras ellos intentan quitarse los guantes. Si no lo consiguen se amontonan a tu alrededor pidiendo ayuda. Si lo consiguen, los dejan en el suelo. Nunca se les ocurre guardarlos en los bolsillos de su abrigo o meterlos en su saquito. Da igual que se lo hayas sugerido el día anterior. Y el anterior. Y el anterior...

La mayoría luchan con los botones o cremalleras de sus abrigos pero muchos se rinden y, de nuevo, necesitan tu ayuda. Por si eso fuera poco, prácticamente ninguna de las chaquetas lleva cinta para colgarla en la percha. De manera que, cuando el revuelo de acaba y los niños se sientan, los alrededores del perchero parecen un mercadillo tras el paso de un huracán. 
Les haces recoger la ropa, tratas de identificas los guantes, intentas colgarlo todo en unas perchas que no pueden abarcar tanto abrigo... Y antes de que te des cuenta, llega la hora del patio. 
Por supuesto, los niños tienen que salir al patio abrigados: otra vez a poner chaquetas, largas discusiones para convencerlos de que no es necesario llevar la bufanda al patio, botones que se resisten, cremalleras que se atascan... Los pocos niños que habían guardado sus guantes en el saquito los han dejado en el suelo al sacar el bocadillo. De nuevo tienes en clase los restos de un mercadillo. 
Repite todo el proceso al volver del patio, al salir del cole por la mañana, al volver por la tarde, al irse a casa a las cinco... ¿Apetece?

Un día de calor en vacaciones: Es difícil decidir. Puedes irte a la playa o a la piscina, o simplemente sentarte cómodamente ante el ventilador (o bajo el aire acondicionado), hacer la siesta, tomar un helado o una horchata... 


Un día de calor en el trabajo: Los niños aún no han llegado y ya estás sudando. Se te presenta un dilema de opciones menos atractivas que las anteriores: ¿abres las ventanas, para que entre el aire, o cierras las persianas para que no entre el sol? Los niños se quejan de que tienen calor, como si tú pudieras darles una solución. La mayor parte de las veces sólo puedes responder "yo también".

Cuando uno de tus alumnos vuelve de "hacer pipí", descubres que ha aprovechado para "refrescarse". Va tan mojado que no te queda más remedio que desnudarlo, agradecer ese sol de justicia que entra por la ventana y secará la ropa y hacerle prometer que no lo hará más. Lo malo es que los demás han tomado nota de la idea y cada vez que alguien te dice "seño, pipi" te asalta la gran duda: ¿será verdad? Si dejas que vayan a hacer pipi, vuelven empapados. Si no se lo permites, pueden acabar empapados, pero de otra manera... difícil decisión. 
Cuando llega la hora de ir a casa están colorados, sudorosos, despeinados y sucios. Han sido varias horas metidos en un horno a fuego lento y eso se nota. Y nunca falta una mamá o una abuelita "simpática" que te dice "¡cómo me sacas a la nena! Ya podías haberla lavado y peinado un poquito..." y tú no puedes responder porque estás tan sedienta que la lengua se te ha pegado al paladar.

Un día de lluvia en vacaciones: Te acercas a la ventana y contemplas la lluvia golpeando los cristales. En el suelo aparecen los primeros charcos en los que se reflejan las farolas encendidas y notas el olor a tierra mojada que tanto se agradece de vez en cuando. Te metes en la cama mientras escuchas el sonido de las gotas que te relajan y te alegras de estar de vacaciones y no tener que ir a trabajar al día siguiente.


Un día de lluvia en el trabajo: La cosa empieza mal: puesto que llueve, los niños no pueden entrar solos hasta clase. Los padres y madres, pertrechados con grandes paraguas, los acompañan hasta la puerta de clase. El pasillo se convierte en un lugar superpoblado, ruidoso, mojado y resbaladizo. 

Algunos niños entran en clase llorando porque quieren sus paraguas (que los padres sensatamente se han llevado) y otros se pelean con unos impermeables y unas botas a los que no están acostumbrados. 
Llega la hora del patio, pero no podemos salir porque sigue lloviendo. Los niños están excitados pero dentro de clase es difícil desfogarse: no pueden correr ni gritar como lo harían en el patio. Mejor dicho, no deben correr ni gritar como lo harían en el patio. Pero lo hacen. Y eso hace que el tiempo de recreo se haga mucho más largo de lo normal. 
A la hora de salir sigue lloviendo, de modo que los padres vuelven a entrar hasta las clases. Y en el pasillo se cruzan las filas de los niños que se quedan a comer, con sus cuidadoras, con montones de familiares que de nuevo llevan paraguas que chorrean en el suelo. Los padres de los niños que han venido sin botas se las traen ahora, y se paran en el pasillo a ponérselas, haciendo aún mayores los atascos. Y tú no puedes evitar pensar que, si el tiempo no mejora, esto se repetirá a las tres y a las cinco, y de nuevo al día siguiente... 


¿Sigo? ¿O se entiende la idea? A mí el tiempo me da igual. A mí, lo que me molesta, es no estar siempre de vacaciones. 

domingo, 3 de noviembre de 2013

LA VUELTA AL COLE



9 de septiembre, primer día de curso. Una de mis nuevas alumnas (4 años) le pregunta a una maestra:

- ¿Es verdad que el curso acaba en junio?
- Sí.
- ¿Y cuánto falta para junio?

Veo que a mi alumna le gustan las vacaciones tanto como a mí.

jueves, 25 de abril de 2013

Lluvia

El día que nos íbamos de excursión al Jardín Botánico llovía. En realidad, parecía un "remake" del diluvio universal. Por supuesto, tuvimos que cancelar la salida y esperar a que volviera a salir el sol.

La semana que pensábamos visitar la  biblioteca comenzó lluviosa. Para evitar mojarnos por el camino tuvimos que aplazarla una semana.

La visita al Museo de Bellas Artes también fue pasada por agua. Afortunadamente, no tuvimos que cambiar nuestra agenda: se trataba de un recinto cerrado y el camino lo haríamos en autobús.

Hoy, después de unos días casi veraniegos, con sol y calor, ha llovido. 
Las primeras palabras de Toni al entrar en clase han sido:
- Maestla, ¿nos vamos de excursión?

viernes, 19 de abril de 2013

Reino Unido


Nueva postal y nuevo éxito. 
En esta ocasión, he elegido una de las muchas postales que nos ha enviado Gabriela, una en la que se ve el mapa del Reino Unido. No tenemos mucho tiempo y no podemos dedicarle la tarde entera -tenemos una "obra de arte" entre manos que queremos acabar pronto, pero aún así he podido divertirme escuchando algunas de las ocurrencias de mis niños. 

El principio es el de siempre: los niños ven la imagen de la postal y comienzan a imaginar, a tratar de adivinar, a suponer... 

- ¡Es el mundo!
- Pero, ¿todo el mundo, o sólo un trocito?
- ¡¡Un trocito!!
- ¿Os parece que es España?
- Nooooo
- No es España, es Madrid. 
- ¿Tú crees? Madrid está en España, así que no creo que esto pueda ser Madrid...
- ¿Esta postal nos la ha enviado un amigo tuyo, o una amiga? - Pregunta Judith.
- Una amiga - le aclaro yo. 
- Entonces, seguro que nos manda un mapa porque es donde vive ella. 
- ¡Yo veo un barco! - dice Fran fijándose en el pequeño dibujo. 
- Y ¿por qué habrá un barco?
- ¡Porque ha enviado la postal desde un barco!
- ¡Porque la postal nos la ha traído el cartero en un barco!
- ¡Porque hay agua alrededor!
Les digo que estoy de acuerdo con la explicación de Kevin, que probablemente han dibujado el barco para que sepamos que "todo eso azul" que hay alrededor del lugar que estamos observando es agua. 
- Es que es una isla. - Sigue explicando él. 
- ¿Sí? ¿Y qué es una isla? - le pregunto yo. 
- Es... - él se para, piensa, y Toni aprovecha su momento de duda para meter baza:
- Es un sitio donde hay palmeras y cocos. 
- ¿Y no hay nada más? - les hago pensar. 
- Sí: gorilas.
Les pregunto si en las islas puede haber cosas como casas y ellos asienten con la cabeza. Pero cuando quiero saber si también puede haber coches, carreteras, trenes, aeropuertos, tiendas... se escandalizan y, entre risas, me dicen que no. Sólo Kevin duda y dice que cree que sí. 

Después de toda esta conversación ha llegado el momento de leer. Coloco en la pizarra la fotocopia ampliada del texto y ellos comienzan a levantar sus manitas, impacientes por leer algo. Los que en la primera postal eran capaces de leer palabras, ya leen frases enteras. Los que al principio no podían, ya se atreven con alguna palabra. Pero todos, todos, tienen ganas de participar y miran las letras con interés. 

- ¡¡Está rayada!! -exclama Judith horrorizada, pero no es así: en realidad la postal tiene una marca de agua con la silueta de una de las  torres más conocidos del Reino Unido. 
- ¡Es el Big Ben! ¡Es el Big Ben! ¡Es el Big Ben! - repite incansable David, que quiere asegurarse de que lo he oído y de que ha sido el primero en decirlo. La verdad es que me sorprende que lo haya reconocido, pero él me aclara que lo ha visto en "Phineas y Ferb" y que sabe que es un reloj "muy especial".

Judith sigue preguntando quién ha enviado la postal: 
- ¿Cómo se llama tu amiga?
- Ya lo leeremos, no te preocupes.
- Aquí pone "Reino Unido" -lee Betty. 
- ¿Qué es un reino? -pregunta alguien. Yo trato de explicarlo de la forma más sencilla posible y digo que es un lugar en el que manda un rey. 
- ¿Ese viejo que mata elefantes? - pregunta Kevin. 
Le respondo que no, tratando de no reírme, y les aclaro que, en realidad, en el Reino Unido quien "manda" es una reina. 
- ¿Y es ella tu amiga, la que nos ha enviado la postal? -pregunta Judith, que sigue muy interesada con ese tema. 
- No, la reina no es mi amiga, pero aquí podéis ver su nombre.
Les resulta un poco difícil, pero consiguen leerlo, así como el resto de la postal. Descubren, gracias a la explicación de Gabriela, que una isla es un trozo de tierra rodeado de agua y yo añado que pueden ser pequeñas y tener sólo palmeras, pero también pueden ser grandes y tener calles, trenes, y hasta el Big Ben. 

Tres en una


Esta semana el cartero "ha venido" a mi clase en miércoles. Y ha traído tres postales  
Efectivamente, cuando me programé la semana decidí que el miércoles era un buen día (no quiero que se acostumbren a recibirlas siempre el mismo día) y que podría enseñarles juntas las postales de Isabel, Miguel (dos de los hijos de Juanma) y David (un amiguito de ellos). La razón era simplemente organizativa: tanto Miguel como Isabel solicitaban una postal para sus respectivas clases del colegio y lo ideal era escribir a las dos clases al mismo tiempo para que las recibieran más o menos a a vez.

Como siempre, lo primero ha sido verlas: las tres postales han ido rodando por las mesas y los más impacientes no podían esperar y las giraban para intentar leer algunas palabras. 
Una vez vistas, las he colgado en la pizarra y las he numerado. En esta ocasión haríamos algo diferente: cada niño tenía que decir una cosa que hubiera visto en una de las postales y los demás tendrían que adivinar en cuál de ellas estaba. 
Como a veces tengo buena suerte, la primera voluntaria ha dicho que había visto letras en una de las fotos. Hemos visto que era el nombre del lugar y, como la tipografía era un poco difícil de entender para ellos, he escrito de nuevo el nombre y después de unos cuantos intentos han conseguido leerlo. Hemos hecho lo mismo con la otra postal que tenía un rótulo delante y, después, David ha descubierto que también la postal de Zaragoza tenía letras: en una señal de tráfico. 

Leer el rótulo de las postales ha tenido algo bueno: en ocasiones, en lugar de leer "adivinan" las palabras. Pero cuando tienen que leer una palabra desconocida -como eran los nombres que aparecían aquí- puedo estar segura de que están leyendo de verdad. 

Durante un rato hemos seguido jugando a encontrar cosas en las postales: una araña, una piedra, una estatua, una iglesia... y luego nos hemos preguntado algunas cosas: ¿Qué eran esas rayas rojas que aparecían en la postal de Zaragoza?
- ¡Es lava! - ha dicho Judith emocionada.
- No, no es lava -decían Daniella y Nuria. 
- ¿Por qué sabéis que no es lava? -les he preguntado yo. 
- Porque la lava es naranja...
- No, es fuego -ha interrumpido Fran. 
- Pero fuego ¿en una carretera? -he preguntado yo- Porque hemos visto que había una señal de tráfico, así que es una carretera...
- Será que un malo ha puesto fuego...
- Y si es fuego, ¿dónde está el humo? -les he hecho pensar.
- Ah... pues es verdad...

Recordando que era una carretera les he preguntado si habían visto alguna vez un coche de noche y de qué color tienen los coches las luces por delante y por detrás. En seguida han entendido la idea y han gritado que eran coches. 
Entonces les he explicado muy. muy sencillamente cómo funciona una máquina de fotos y por qué las luces parecían rayas. 

Después nos hemos fijado en la postal que tenía un dolmen. Les he preguntado si pensaban que las piedras siempre habían estado así o si alguien las habría colocado. Han estado de acuerdo en que alguien las habría colocado así, pero el debate ha venido a la hora de decidir quién habría sido:
- Fue Dios, cuando estaba vivo -ha dicho Nuria. 
- No, no fue Dios. 
- Entonces, ha sido el hermano de Dios. 
- No, tampoco ha sido el hermano de Dios.
- Pues sería un oso.
- Me parece que no...
- ¿Las puso el señor que hace las casas raras? (David se refería a Gaudí, del que habíamos hablado al ver la postal de Melita)
- No, las pusieron mucho antes.
- ¿Fue Van Gogh? (desde que el año pasado hicimos un proyecto en clase sobre Van Gogh, cualquier cosa ligeramente artística que vemos creen que la hizo él.)
- No, fue mucho antes de Van Gogh.
- ¿Fue un dinosaurio?
- No, no hace tanto tiempo. Además, yo creo que los dinosaurios no tenían manos como nosotros para hacer este tipo de cosas...
- Bueno, pero eran muy fuertes y podían hacerlas dando patada a las piedras. 
- ¿Fueron los vikingos? 
La suposición de Judith fue la que más se acercó, así que detuve las preguntas y les hablé -también de forma muy resumida- de los hombres prehistóricos. Dibujé uno en la pizarra, les conté que no escribían (¿Por qué? Porque todavía no habían inventado las letras) y les hablé de lo que sí inventaron: de las armas hechas con piedras para cazar animales, del fuego que era muy importante...

¡Siguiente paso! Intentar leer los textos. En esta ocasión ha sido más difícil porque estaban escritas en minúsculas. Aún así, han conseguido leer palabras e incluso alguna frase. Les ha gustado saber que Miguel e Isabel son hermanos ("por eso han puesto los sellos iguales" -ha supuesto Judith, que es muy observadora) y que David es su amigo. También les ha gustado saber que tienen la misma edad que el hermano de Laia y que quieren recibir una postal nuestra.
Hemos estado hablando y hemos pensado que, ya que van a dos clases diferentes, enviaríamos dos postales: una para cada clase. 
Y que, como aquí celebramos las fallas, pero en Zaragoza no, les enviaríamos postales en las que pudieran verlas. 
Luego hemos consensuado el texto y lo han escrito un poco entre todos. 



Dragones de colores

En esta ocasión preparé para enseñarles la postal de Melita, con el dragón (o salamandra) del Parque Güell. Pensé que les gustaría porque les haría pensar en los camaleones y por lo colorido de la obra. 
Comencé proponiendo que adivinaran qué íbamos a ver esa tarde y Kevin respondió inmediatamente: "¡Una postal!". 
"¿Cómo lo sabes?" le pregunté yo, y él respondió que porque llevaba un mapa en la mano. 

Efectivamente: con las otras dos postales (la de Arianne y la de Luiseme) había utilizado un mapamundi para poder localizar Venezuela y el río Amazonas respectivamente. Pero en esta ocasión pensé que me sería más útil un mapa de España para tratar de encontrar Barcelona.

Como en las otras ocasiones, lo primero fue dejar que cogieran, tocaran y miraran la postal. Fue pasando de mano en mano mientras se sorprendían de ver que era "más larga" que las otras dos. 
Kevin, siempre observador, comenzó a leer en la parte frontal: "An-to-ni..." pero yo le sugerí que lo dejara para después, cuando todos estuvieran intentando leer. Primero, teníamos que adivinar qué era ese animal que había en nuestra nueva postal :)

- ¡Un camaleón!
- No, porque no tiene la cola larga y enrollada
- Un dragón
- No, que no tira fuego por la boca.
- ¡Pero tira agua!
- ¿Ah, sí? -pregunté yo- ¿y que será, si tira agua?
- ¡Una fuente! - gritaron varios a la vez. 
- ¿Y dónde puede estar esa fuente? - volví a preguntar
- ¡¡En una barandilla!! -dijo David. Parece mentira, pero David, cuando consigue estarse quieto, se fija mucho en las cosas. Y, efectivamente, el "animalito" parecía estar situado en una barandilla :)
Seguí intentando que situaran la "fuente". Quería que llegaran a la conclusión de que estaba en un parque, para que luego, al encontrar la palabra "parque" en el texto de Amelia lo relacionaran con sus conclusiones previas. Pero no fue fácil: 
- A ver, ¿la fuente puede estar dentro de una casa? ¿en una cocina o en una habitación?
- ¡¡Nooooo!! -al menos eso lo tenían claro :) 
- Entonces ¿dónde?
- ¡¡En la calle!!

Lo cierto es que esta conversación fue un poco difícil porque fue interrumpida tres veces: por la directora, que vino a hablarme de un tema muy poco agradable relacionado con uno de mis alumnos :( , una llamada telefónica que tuve que hacer a una madre, porque una de mis niñas se estaba poniendo enferma y, por último, la entrada de esa madre en mi clase para recoger y llevarse a esa niña... Pero finalmente llegaron a la conclusión de que esa fuente podía estar en una calle con árboles (habían descubierto las hojas que se ven en la postal) o en un parque. Así que, una vez "identificada" la imagen llegó el momento de sentarnos en la alfombra para ver y tratar de leer el texto.

Esta vez estaban todavía más ansiosos por encontrar palabras. Incluso Toni, que la última vez casi no mostró interés por participar, levantaba la mano intentando leer alguna. 

Mientras buscábamos palabras o frases que leer, me di cuenta que estaban convencidos que la postal nos la había enviado un chico: ¿por qué?

- Por que pone "Antoni", y "Antoni" es nombre de chico- respondió en seguida Kevin, que todavía recordaba lo que había intentado leer mientras observaba la imagen. 
- Pero ese no es el nombre de la persona que nos ha enviado la postal. ¿Donde está el nombre de la persona que la envía?

Varios deditos señalaron la parte inferior de la postal y Feli, que casi nunca lee nada, se lanzó a intentarlo: "Me-li-ta". Entre todos pensamos que ese era un nombre de chica, y volvimos al resto del texto.

Fran, que todavía no es muy experto en la lectura, se atrevió con la palabra "empresario" pero tuvimos que ayudarle a terminar de leerla. 

- ¿Sabéis qué es un empresario?
- Sí, una casa muy grande.
- No, eso es un edificio.
- Pues entonces no lo sabemos. 

Traté de explicarlo de la forma más sencilla posible. Sencilla, y que se adaptara a la idea que se intentaba transmitir en la postal: la de Güell, que hizo construir ese parque y muchas otras cosas. 

- Es una persona que quiere hacer algo, por ejemplo un edificio, y busca a otras personas para que lo hagan. 
- ¡Pues vaya cara más dura! -gritó Kevin, que casi no sabe hablar sin gritar- ¡Que lo haga él!
- Es que él solo no puede, por eso busca a otras personas y les paga dinero por hacerlo... 
Eso les pareció un poco más justo, pero siguieron pensando que un "empresario" es una persona con mucha cara...

Pero yo aproveché este pequeño debate sobre los empresarios para preguntarles: "¿Sabéis a quién le pidió Güell que "hiciera" este parque?"
Por supuesto, no tenían ni idea, pero cogí de nuevo la postal y le pedí a Kevin que terminara de leer ese nombre que ya había llamado su atención antes: Antoni Gaudí. 
Les conté que Gaudí hacía casas muy bonitas, que se las imaginaba, las dibujaba y luego las construían, y que había hecho lo mismo con el parque. 
Repetimos varias veces el nombre, para tratar de recordarlo, y les sugerí que cuando llegaran a sus casas buscaran a Gaudí con sus padres en internet, para ver algunas de las cosas que había construido.
Poco después, a la hora de irnos a casa, al jugar al ahorcado (jugamos muy a menudo) usé el nombre de "Gaudí" como una de las palabras a adivinar, para ayudarles a seguir recordándolo. 

Terminada ya la lectura del texto, desplegué en la pizarra el mapa de España, recordamos dónde está la Comunidad Valenciana y buscamos Barcelona. Necesitaron algunas pistas: está cerca del mar, está en Cataluña... pero al final la encontraron :)

domingo, 24 de marzo de 2013

"Bué"


- Muy mal, Betty, lo has hecho muy mal.
No me gusta decir estas cosas a mis niños, pero a veces es necesario.
En clase insisto mucho en la importancia de esforzarse, de intentarlo. Y en que no pasa nada si las cosas no nos salen bien.
- ¿Qué pasa si nos equivocamos? – Les pregunto a menudo, antes de comenzar un trabajo difícil.
- ¡No pasa nada! Porque estamos aprendiendo – Responden ellos, que ya lo saben de tantas veces como se lo he repetido.
- Cuando sí pasa es cuando no lo intentáis, eso no me gusta –les recuerdo, y mientras lo hago miro a Feli, que suele venir a mí con la hoja en blanco y la frase “es que no sé” en la boca.
- O cuando no pensamos –añade Fran, que ya va acostumbrándose a pensar, aunque sólo sea un poquito, antes de hacer su trabajo.
Pero lo del viernes no fue que Betty no hubiera pensado o que se hubiera equivocado. Lo que hizo Betty fue recortar rápido y mal para terminar pronto e irse a jugar. Puede que no sea muy habilidosa, pero el par de centímetros que separaban su corte de la línea por la que debían haber pasado las tijeras dejaban muy claro lo ocurrido.
Suavizando mi tono de voz, volví a preguntarle:
- ¿Por qué lo has hecho tan mal?
Ella se limitó a agachar la cabeza y mirar el suelo sin decir una palabra. Insistí, pero no sirvió de nada, así que le pedí que fuera a su silla a pensar por qué había hecho el trabajo tan mal, cuando ella era capaz de hacerlo mucho  mejor, y que cuando lo supiera me lo explicara. Un rato después se acercó a mí, todavía con la cabeza agachada, y me dijo que había querido terminar rápido.
- Muy bien. Pues ahora tendrás que volver a recortarlo, pero bien. Luego, podrás ir a jugar.
Y así lo hizo. Volvió a recortar mientras sus compañeros ya elegían las actividades que querían hacer: jugar, dibujar, mirar cuentos, escribir cartas… Cuando terminó me dijo que ella lo que quería era escribir una carta y le di permiso para hacerlo.
Cogió un papel, lo dobló en cuatro, dibujó el triángulo del sobre poniendo su nombre como remite y, por el otro lado, dibujó el sello y escribió el nombre del destinatario. Entonces se acercó y me preguntó:
- ¿Cómo se escribe “bué”?
- ¿Bué? ¿Qué es lo que quieres poner en tu carta, Betty?
- “No lo bué asé más”- dijo ella con un hilo de voz.
La carta era para mí, y el mensaje estaba claro: “No lo voy a hacer más”. Es la carta que más me ha gustado de todas las que he recibido de mis niños desde que pusimos el buzón en la clase.

viernes, 22 de marzo de 2013

Nuestra segunda postal


Hoy hemos recibido en el cole la postal de Luiseme (¡¡¡muchísimas gracias!!!) y les ha encantado 

He comenzado por enseñarles la foto de la postal, les he dejado cogerla uno por uno y mirarla y después, les he preguntado qué habían visto: el mar, edificios, hierba, arena... Yo sabía que no era el mar, porque había leído el texto, pero les he dejado equivocarse 

Una vez descrita la postal, he colgado en la pizarra la copia del texto (me he encargado de ampliarlo en la fotocopiadora para que todos pudieran verla). Y han comenzado a emocionarse al descubrir que eran capaces de leer alguna palabra. Algunos sólo podían leer una palabra. Otros, conseguían leer frases enteras. Y yo me dedicaba a subrayar de colores diferentes (en la fotocopia) lo que cada uno leía.
Hacía unos días que les había explicado lo que es un signo de interrogación, así que les he hecho fijarse en que el texto comenzaba con una pregunta: "¿verdad que parece el mar?" (o algo así, no la tengo aquí ahora...). Y así, se han dado cuenta de que no era el mar, como ellos creían. De modo que, antes de seguir leyendo, hemos estado hablando: si no es el mar ¿qué es?
Han hecho suposiciones: ¿una piscina? no, porque no sería tan grande. ¿El cielo? No, porque no hay nubes. ¿La hierba? No, porque la hierba es verde, no azul...
Y una vez despierta su curiosidad, hemos seguido leyendo...

- ¡Mira! ¡Ahí pone miedo! - ha dicho Kevin.
- ¿Y por qué pondrá miedo? - he preguntado yo.
- ¿porque es muy profundo y se puede ahogar?
- ¿porque hay tiburones?
- Pero en los ríos no hay tiburones...
- Pues entonces cocodrilos...

La conversación ha seguido, y seguido, hasta que Judith ha preguntado: "¿por qué hay unos números al principio?".
Les he explicado que era la fecha en la que nos habían enviado la postal. Y entonces, hemos cogido el calendario para ver cuántos días había tardado en llegar.
Entonces Nuria se ha dado cuenta de que antes de los números había una palabra. "Esa es la ciudad desde la que nos la han enviado. A ver quién puede leerlo".
En seguida han descubierto que ponía Barcelona y Fran ha dado por supuesto que eras del Barça 

Después de eso, hemos colgado el mapa del mundo en la pizarra para intentar encontrar el río Amazonas. Como en la postal nos decías que estaba en América del sur, hemos comenzado por buscar América. Ya sabíamos donde estaba, porque Arianne nos había hablado de Venezuela en su postal, pero como América es muy grande, me han preguntado por dónde tenían que buscar. Les he explicado dónde estaba el norte y dónde el sur, y se han puesto a tratar de descifrar nombres de ríos.

- ¿Esto es un río?
- No, eso es el océano Atlántico...
- ¿Y eso, es un río?
- Sï, pero no está en América

Finalmente, Judith ha encontrado el Amazonas y, muy orgullosa, les ha enseñado a los demás dónde está.
Pero el mapa les ha despertado más curiosidad, así que hemos podido seguir hablando de otras cosas. De porqué hay colores diferentes en el mapa, de si hay montañas en el mar, de dónde está la montaña más alta del mundo, de si Nuria fue a Groenlandia el fin de semana pasado, cuando fue a la nieve, o si se quedó más cerca...

En fin, gracias a tu postal, Luiseme hemos pasado una tarde muy interesante en clase, los niños se han sentido muy orgullosos de poder leer casi todo el texto, han hecho grandes descubrimientos y han sentido una gran curiosidad ¡¡Muchas gracias!!

(En realidad esta postal llegó a nuestra clase el 13 de febrero y esta entrada está escrita desde entonces... ¡ya era hora de publicarla ¿no?)

Castillos y princesas


Un día, aprendiendo cosas sobre los castillos,se organizó un debate en la clase acerca de qué era una princesa y si  las princesas existían en realidad o sólo en los cuentos. Todo comenzó porque Nuria trajo unas fotos de castillos para colgar en la clase. Había fotos de castillos reales ("esas las ha elegido mi madre" decía Nuria) y otras de castillos de cuentos, pintados de rosa y llenos de florecitas, corazones y princesas ("esas son las que he elegido yo").
Al verlas, las estuvimos clasificando según si eran o no reales. Kevin, que siempre tiene que opinar, no tardó en decir que "las princesas tampoco son reales".
- ¿No? -pregunté yo- Bueno, ¿pero tú sabes lo que es una princesa?
- Claro -dijo él- es una chica, así como tú y muy guapa.
- ¿Ah sí? ¿Una princesa tiene que ser una "chica mayor", como yo?
- ¡Claro!
- Y una niña, o un bebé ¿no puede ser una princesa?
- Noooooo- respondieron todos, casi riéndose de mi ignorancia.
- Y si es fea ¿tampoco puede ser princesa?- continué preguntando.
- ¡Claro que no! Las princesas son guapas.- Y en eso estaban todos de acuerdo.
- ¿Y los príncipes? ¿Pueden ser feos?
Aquí ya no hubo tanto acuerdo. Después de una breve discusión acerca de si los príncipes pueden ser feos o no, volvieron al tema de la realidad.
- Lo que está claro -aseguró Kevin- es que las princesas no existen.
- ¿Por qué estás tan seguro?
- Porque he recorrido todo Tavernes (nuestro pueblo) y hasta París, y no me he encontrado con ninguna.
- Pues yo he ido hasta China... -intervino David.
- ¿Estás seguro de que has ido a China?
- ¡Sí!
- No, David, yo creo que no has ido a China nunca.
- Bueno, no, pero he ido a Canet (un pueblo cercano).
- Pues yo creo que sí existen las princesas... pero sólo en China o en "japonés"- sentenció Fran.

Les dejé pensando ese día y me propuse encontrar un retrato de alguna princesa real y fea :) ¡¡Y lo conseguí!! Ahora ya saben que las princesas son las hijas de los reyes y las reinas, que son princesas desde que son bebés, y que si son feas... ¡mala suerte! Pero que seguro que no les gustaba que toda la gente les dijera una y otra vez lo feas que eran.
Si alguien tiene curiosidad, esta es la foto que -sin buscar demasiado- encontré y les llevé a clase :D

miércoles, 6 de marzo de 2013

¡¡¡Postales!!!

La gente que me conoce sabe lo mucho que me gustan las postales. Cuando mis amigos y/o familiares viajan están obligados a traerme unas cuantas o muchísimas, depende de la confianza. 
Hace un tiempo descubrí Postcrossing y desde entonces mi colección ha aumentado de forma espectacular. 
Pero en Postcrossing he encontrado algo mejor que un puñado de postales: un grupo de gente maravillosa.

Precisamente una de esas personas que, como yo, colecciona e intercambia postales, se ofreció un buen día a enviar una a mis alumnos. Y lo hizo. 

Un buen día llegó la directora a clase y nos dijo "el cartero ha traído algo para vosotros". 
Los niños se sorprendieron mucho y se pusieron contentísimos. 
Antes de leerla estuvimos pensando quién habría podido enviarla ("Seguro que ha sido mi mamá" -dijeron Laia y Kevin) y después de leerla estuvimos viendo las diferencias entre una carta y una postal. 

Como pocos días antes habíamos estado viendo un mapa del mundo para descubrir que además de nuestro pueblo existen muchos otros lugares, algunos cerca y otros lejos, estuvimos buscando el lugar en el que había nacido Arianne, la amiga que nos hizo felices esa tarde. 

- Ahora ¿le escribimos nosotros una carta a Arianne? -propuso Judith. 
- ¿Queréis hacerlo?
- ¡Sí! ¡Sí!

Y, dicho y hecho: nos pusimos manos a la obra y, en poco tiempo, todos mis niños habían escrito una carta y hecho un dibujo con el que agradecer tan bonito detalle. 

Yo, mientras tanto, pensé que me había encantado la experiencia y que quería repetirla. Y pedí a los demás amigos de postcrossing que enviaran postales a mis niños. Ya tengo más de veinte y, poco a poco, las iremos viendo... 

viernes, 1 de marzo de 2013

Si he sobrevivido...

En el tiempo que llevo dedicada a la enseñanza he descubierto que la frase "si he sobrevivido a un día como el de hoy, puedo sobrevivir a cualquier cosa" viene a mi cabeza con más frecuencia de lo que sería adecuado para mi salud mental. Hoy ha sido uno más.

Este curso mi aula es lo que los políticos llaman "pabellón prefabricado" (algo como esto, aunque este no es mi colegio)y los padres "barracón": Paredes metálicas, techo metálico, pocas ventanas, suelo que vibra cuando los niños se mueven (tanto, que a veces se salta el CD si estamos escuchando alguna canción) y temperaturas extremas. A principio y final de curso sobrevivimos gracias al aire acondicionado. Durante el invierno, no podríamos hacerlo sin la calefacción. Cada mañana el conserje enciende mi aparato calefactor a las ocho para que la clase se vaya caldeando. Aún así, cuando yo llego casi una hora después, el agua de la botella que dejo sobre mi mesa está tan fría que parece recién sacada de la nevera. 
Pero la cosa ha sido aún peor hoy: una ola de frío con temperaturas a las que estamos poco acostumbrados, lluvia casi continua desde hace dos días, ni un rayito sol...  y una avería eléctrica.
Cuando he llegado a trabajar he sabido que no había luz y que los electricistas todavía no habían aparecido. Todo el colegio estaba helado, pero más aún las dos aulas prefabricadas. 
A las nueve, en el momento en que se abrían las puertas y los niños comenzaban a entrar, han llegado los electricistas. He hecho pasar a mis niños a clase, pero no les he permitido quitarse las chaquetas: hacía demasiado frío. Les he dicho que estaríamos así hasta que arreglaran la luz y pudiéramos encender las estufas. 
Pero el frío no era el único problema. La escasa iluminación tampoco ayudaba. He descolgado de la pared las cortinas de una de las ventanas. Las otras dos no tienen cortinas, pero tienen unas placas exteriores a modo de persiana que quitan mucha luz. Puesto que, además, el sol no estaba a la vista ni tenía previsto aparecer, decir que veíamos lo que hacíamos es ser generosa. 
Comenzar a "trabajar" estaba descartado: los niños no podrían casi ni ver la pizarra y mucho menos sus fichas. "Que bailen, y así al menos entran en calor" ha sugerido la directora. Pero hacer eso en un aula en el que cualquier movimiento un poco más brusco de lo normal hace que algún objeto caiga de la estantería no me parecía una buena idea. Además, no teníamos música, claro. Las opciones eran un poco limitadas pero he conseguido mantenerlos entretenidos mientras deseaba mentalmente que los técnicos consiguieran reparar la avería cuanto antes. 
Casi a las once la directora ha vuelto por clase: todavía no sabían con certeza dónde estaba la avería, pero lo suponían: bajo una de las aulas prefabricadas. Resulta curioso que tarden tanto en decidir dónde colocarlas, que ignoren nuestra opinión al respecto, porque es mejor tomar una decisión basada en criterios técnicos que en criterios pedagógicos y que al final, su decisión cause problemas técnicos... Porque, evidentemente, era imposible mover o desmontar el aula para solucionar la avería.
Y los problemas seguían. Porque a esa hora llegaba la furgoneta de reparto del comedor, pero la "mesa caliente" no funcionaba y no podía mantener caliente la comida de los niños. Pero tampoco funcionaba el microondas para calentarla. Ni siquiera funcionaba el lavavajillas ni había agua caliente para lavar los platos. Por no hablar de la nevera...

Llegado a este momento lo razonable quizás habría sido llamar a los padres, uno por uno, para informarles de la situación. Y que, quien pudiera, se llevara a su hijo a casa para que dejara de pasar frío y para que pudiera comer caliente. Pero es que tampoco funcionaba el teléfono. Porque hace un mes nos obligaron a cambiar nuestro teléfono, el de toda la vida, por un nuevo sistema de telefonía IP. Que además de funcionar bastante mal (es una larga historia que no voy a contar ahora) necesita estar conectado a la red eléctrica; cosa que, evidentemente, hoy no ha sido posible.

A la hora del almuerzo no he tenido valor para hacer que los niños se lavaran las manos en agua helada. Es verdad que helada está siempre, pero al menos en un día normal entran en calor rápidamente. Se han limpiado las manos con toallitas húmedas y he decidido que después del almuerzo saldríamos al patio a jugar un rato. Vale que era un día frío, vale que el patio está lleno de charcos porque el hormigón del suelo está levantado por las raíces de los árboles. Pero es que en nuestra clase hacía todavía más frío, y al menos fuera podrían correr y entrar en calor. De todas formas mis dudas han terminado pronto: ha comenzado a llover de nuevo y la opción de salir se ha evaporado rápidamente. 

En fin, como he dicho al principio, he sobrevivido a este día. Y me alegra decir que mis niños también. A las doce, cuando los que no comen en el comedor se iban a casa, los técnicos estaban colocando un nuevo cable que -creo- sustituirá al que está averiado bajo la prefabricada. Nada más han tenido que traer más de cien metro de cable, pasarlo por encima de los árboles y los edificios, agujerear la pared de uno de los edificios y dejarlo todo funcionando... una hora después de que los niños se hubieran ido. 

Espero que el lunes la luz funcione. O que, al menos, llegue la primavera.

jueves, 28 de febrero de 2013

ARTE y arte

Ayer mis niños y yo fuimos al Museo de Bellas Artes. A ellos les encantó el ARTE con mayúsculas, el que pintaron hace muchos años algunos grandes artistas.
A mí lo que más me gustó fue el "arte" que hicieron ellos después de la visita. Así que hoy no hablo, hoy enseño. ¿Os gusta?

"¿Puedo poner niños arriba o abajo? No me caben todos aquí..."

"¿Por qué has pintado así el pelo de los chicos?"
"Es que me han dicho que les ponga una cresta grande."
 
¡Todo el mundo identificado! Incluso Carmen, la guía :)

"Ya no quiero hacer más niños...
Ya no quiero hacer más cuadros..."
El borde del cuadro dorado, como los retablos que hemos visto.
Y la guía (de rosa) con su carnet y sus llaves colgando.
Por cierto, la mujer del cuadro es Santa Inés con un cordero.

El cuadro de la izquierda es este bodegón.
 

En este dibujo los niños están contemplando el Bautismo de Jesús que aparece a  la  derecha de este retablo.
El dibujo anterior, es otra "versión libre" de la misma obra.
Por último, aquí están todos los niños observando el retablo en el que aparece  San Martín compartiendo su capa con un pobre. Esta es una historia que les ha encantado, sobre todo eso de que cortara la capa con su espada.
Por cierto, contemplando el mismo retablo, una de mis niñas se fijó en Santa Úrsula y preguntó si también comía con palitos, como los chinos.

jueves, 21 de febrero de 2013

Dulces navideños

- Maestla, ¡¡¡ya sé algo sobre el cuerpo humano por dentro!!!

Toni lleva un rato malhumorado porque todos sus compañeros están participando en la lluvia de ideas sobre "lo que ya sabemos" y él no sabe qué decir. Pero justo ahora se le ha iluminado la cara, ha levantado el brazo, ha saltado de su silla y da botes sin parar hasta que le miro y le pregunto:

- ¿Sí, Toni? ¿Ya te has acordado? ¿Qué es lo que sabes del cuerpo?
- Que aquí -dice mientras señala su pecho con las dos manos- tenemos los polvorones.
- ¿Los "polvorones"? ¿Estás seguro?
- Sí, sí, los polvorones.

Miro a los demás y repito la pregunta:

- ¿Estáis de acuerdo con Toni? ¿Tenemos polvorones en el cuerpo?
- Si -aseguran ellos. Y me explican, por si no lo sé:
- Pero no son los que se comen ¿eh? no son los de navidad. Son otros.
- Sí, son otros. Que se "escachuflan" cuando respiramos -acaba Toni su intervención- y luego se vuelven a hinchar.

miércoles, 20 de febrero de 2013

Hallazgo

- Maestla, hoy he encontrado un piojo. ¡Y lo he matado! -añade muy orgulloso.
- ¡Ay! -pienso yo- Estos niños a cualquier bicho lo confunden con un piojo... seguro que la víctima ha sido una pobre hormiga...
- ¿Y dónde estaba? -le pregunto.
- ¡Pues en mi cabeza! -y con su mirada parece añadir "¿dónde si no?".

Sí, era un piojo.