viernes, 5 de diciembre de 2008

Mi nuevo nombre


Yo sé que mi nombre es un poco difícil. Sé que es muuuuuy largo, que tiene muchas "palmadas" (muchas sílabas) y que no todos los niños consiguen llegar a pronunciarlo bien.

Pero como no me gustan los diminutivos, y lo de "Marga" me suena a "amarga", siempre me presento con mi nombre completo y acepto con gusto las "variaciones" de mis alumnos.

Así, he oído como me llaman "Marita", "Maíta", "Maruita", "Ma-a-ita" o "Mariquita".

Pero el que más me gusta, el más novedoso, el que nunca había oído hasta ahora y el que me hace sonreír cada vez que lo oigo, es el nombre con el que me ha bautizado la pequeña Sofía: "Pajarita".

¡¡Me encanta!!

sábado, 29 de noviembre de 2008

La tardor


Hace unos días hablé con algunos de mis niños de "la tardor", es decir, el otoño.


Aprovechando que de camino a clase habíamos visto a la conserje del colegio barriendo las hojas secas del suelo del patio, comenzamos a hablar del tema: de cómo las hojas de los árboles se van poniendo amarillas y se caen, de cómo hace un poco más de frío y algunos días llueve o hace viento, de cómo ya no llevamos manga corta sino manga larga...

La conversación tenía lugar en valenciano por eso la palabra que primero apareció no fue "otoño" sino "tardor". Pero ante el desconcierto de algunos por un vocabulario que aún no conocen y por una lengua que no es su lengua materna, les pregunté si alguna vez habían oído la palabra "otoño".


- Claro - me respondió María, muy seria - Mi tío se llama así: Toño

¿Sabes lo que tengo?

Esta semana, al entrar en una de las clases de tres años, se me acercó Dani.
Tan pequeñito que parece una miniatura y con tanta excitación que no le cabía en el cuerpo, me dijo: "tengo un... tengo... tengo... tengo un... un... tengo... un... tengo un... ¡¡NO SÉ LO QUE TENGO!! "

No sé lo que tiene Dani, pero seguro que le encanta :)

jueves, 18 de septiembre de 2008

Encantado


Después de algo más de una semana de clase, poco a poco, voy conociendo a mis nuevos niños.

En esta ocasión son muchos, alrededor de doscientos, porque no soy tutora sino maestra de apoyo. Eso significa que tendré que pasar por todas las aulas del colegio y que todos los alumnos del mismo serán "mis niños".


Ayer fui por primera vez a una de las aulas de cuatro años. Su tutora no había venido a trabajar y yo tuve que sustituirla. Puesto que era mi primer día allí, les pedí a los niños que me dijeran su nombre, para empezar a conocerlos.

Al terminar, una niña levantó la mano y me preguntó por el mío. Era cierto, no se lo había dicho. Me presenté y entonces un niño rubio, con gorra y cara traviesa se levantó de un salto, se acercó a mí, y me dijo mientras me daba un beso:

- Encantado de conocerte.


Durante la mañana en varias ocasiones me cogió de la mano y me pidió que me agachara para darme un beso. Así lo hice.

Cuando por fin estaba a punto de irme me pidió un nuevo beso mientras me decía:

- Ahora ya eres mía. Tendrás que venir a mi casa.


Esta mañana le he visto jugando en la hora del patio. Al verme se ha acercado y me ha preguntado si me acordaba de él. Le he respondido:

- ¡Claro! Tú eres Alejandro.

Y mirándome con los ojos y la boca muy abiertos, sorprendido de que me acordara de él, pero feliz porque lo había hecho, me ha dado un nuevo beso y un gran abraazo.

domingo, 31 de agosto de 2008

Ays...


Ays...


Llegó "la vuelta al cole". Esa que los grandes almacenes anuncian frotándose las manos. Esa que muchas madres llevan semanas esperando. Esa que los que tienen menos vacaciones que yo, envidiosos, me recuerdan desde hace días.


Esa que me apetece tan poquito...


¿Conocéis ese chiste...? Ese de la madre que está despertando a su hijo, obligándole a salir de la cama para ir al colegio, mientras él se niega y se esconde bajo las sábanas. Ella, aburrida y agotada su paciencia termina diciándole: "mira, tienes que ir por tres razones: porque ya eres muy mayor, porque es tu obligación y ¡¡porque eres el director!!"


Bueno, pues yo soy como ese director. Si hay algo que me gusta más que mi trabajo es ¡¡no tener que trabajar!! Y ahora se me acaba la buena vida, fin de las vacaciones :(


Y sí, como veis en mi retrato (me lo hizo Zaira, una dulzura de niña) estoy un poco triste. ¿Por qué? Pues no sólo por volver a trabajar. Que ya de por sí es una buena razón.

Sobre todo, porque voy a un colegio nuevo. Porque ya no voy a ver a Jorge y sus jaujillos, ni como le siguen saliendo pelitos en las piernas a Mohamed, ni como Ignacio sigue sorprendiéndome con sus razonamientos tan maduros y su generosidad... Porque tampoco voy a trabajar con mis compañeros (aunque sí voy a volver a verlos) que, después de cinco años, se han convertido en amigos.

Y, por último, porque el horizonte que me han pintado en mi nuevo colegio se ve un poco gris...


En fin. Mañana cuando me levante echaré mano de mi "optimismo descerebrado" y llegaré a mi nuevo cole sonriendo y dispuesta a pasarlo bien. ¡¡Seguro que tendrá algo que me guste!!

Y muy pronto, tendré un nuevo grupo de fierecillas del que hablaros.


¡¡Hasta entonces!!

viernes, 16 de mayo de 2008

¿Pueblo o ciudad?




¿Os habéis preguntado alguna vez qué diferencia hay entre un pueblo y una ciudad? Algunas parecen muy evidentes. Seguro que hay definiciones basadas en criterios objetivos, como su extensión o su población. Pero ¿y para un niño de cuatro años? ¿Cuál es la diferencia?

Hoy hemos colocado un mural nuevo en la clase. En el centro de la plaza de un pueblo se ve un autobús azul en el que algunos niños esperan comenzar sus vacaciones, mientras otros se despiden de sus padres. Aunque el tema de la ilustración es "viajar", he aprovechado para trabajar también los conceptos de "pueblo" y "ciudad".
A mi pregunta, Jorge ha levantado la mano en seguida asegurando que se trataba de una ciudad. ¿Por qué? "Porque hay mucha gente".

Celia seguía levantando la mano, impaciente, así que le he preguntado a ella también. Ha dicho, sin dudarlo, que era un pueblo.
¿Por qué? Imaginaba que diría algo como "porque las casas son bajitas" o "porque las montañas están muy cerca". Argumentos que, sin ser exactos, están bastante bien. Pero lo que jamás hubiera imaginado, es su respuesta: "Porque no hay pasteles de gelatina".

viernes, 25 de abril de 2008

Generosidad

De nuevo Ignacio me ha sorprendido.

Hoy se ha celebrado la entrega de premios del concurso de cuentos que se celebra todos los años con motivo de la semana del libro.
Los más pequeños, claro está, no escriben un cuento. Pero lo dibujan. Algunos, dibujan lo que quieren, sin más. Otros, dibujan cuentos que conocen y que les gustan. Y unos pocos son capaces de imaginar una pequeña historia que plasman en dibujos y, a veces, también con letras.
Tres son los ganadores de cada clase. Y a cada uno de ellos se les obsequia con un libro, como no podía ser de otra manera.

Por otra parte, se realiza también un concurso de murales, cuyos ganadores reciben un diploma.
Puesto que se ocultan los nombres de los autores, tanto en los cuentos como en los murales, puede ocurrir que un mismo niño reciba los dos premios.

Y así ha sido este año: Ignacio, que tiene una imaginación prodigiosa y hace unos dibujos preciosos y llenos de detalles ha ganado el primer premio del concurso de cuentos y, además, ha participado junto con dos compañeros en la elaboración del mural ganador. Se sentía muy feliz y satisfecho y su gran sonrisa (que no se ve con mucha frecuencia) contrastaba con las lágrimas de Patricia: a los cuatro años no es fácil comprender que no se puede ganar siempre. Patricia lloraba porque no había ganado, porque no habían dicho su nombre por el micrófono, porque no había subido al "escenario" improvisado con mesas, sillas y una gran alfombra roja, pero -sobre todo- porque no le habían dado ningún regalo.
Estaba sentada en mis rodillas, abrazada a mí y llorando, mientras yo trataba de consolarla. Y entonces Ignacio, sentado justo delante, se giró y me preguntó "¿Llora porque no ha ganado?". Asentí con la cabeza y él le dijo "Patricia, si quieres te doy uno de mis regalos".

miércoles, 23 de abril de 2008

¡No lo digas!

Esta semana celebramos en el colegio la "Semana del Libro". Cada año se dedica a un tema en particular y el de este año era el 50 aniversario de Mortadelo y Filemón.
La entrada del colegio estaba decorada con unas figuras de corcho de Mortadelo, Filemón y su creador, los niños y niñas han coloreado al famoso agente de la T.I.A. con algunos de sus disfraces y hemos visto en clase alguno de los cortos de dibujos animados que existen de sus aventuras.
Mientras veíamos "La máquina de copiar personas" Ignacio me preguntó por qué uno de los personajes dormía colgado de una lámpara.
- Es que le han puesto el cerebro de un vampiro. Y, como los vampiros duermen así, pues él también...
- ¡Maestla, Maestla! -me interrumpió Patricia- ¡No digas eso! Cada vez que dices una palabra de esas sueñas con ella.
Y, por si no me lo creía, me aclaró: "Yo antes decía muchas palabras feas pero ya no porque no quiero tener pesadillas".

viernes, 18 de abril de 2008

Cumpleaños

Ayer era el cumpleaños de Ignacio. Un par de días antes había traído invitaciones para que todos los niños y las niñas de la clase fueran a su casa a merendar y pasar una tarde divertida. Pero parece que no todos iban a conseguirlo.
Desde primera hora de la mañana habían estado excitados, contando las horas -a su manera- que faltaban para la celebración: "Maestla, ahora vamos al patio, luego trabajamos, luego al comedor, luego al patio, luego trabajamos otra vez, luego al patio y luego es el cumpleaños ¿verdad?".
Pero en ese último patio, el de justo antes de la fiesta, Victoria me dijo muy apenada que no iría al cumpleaños. Su madre no la dejaba.
- Pero ¿tú le has dicho a la mamá que tienes muchas ganas de ir?
- Sí... - respondió, mientras una lágrima comenzaba a deslizarse por su mejilla. -Pero me ha dicho que no voy a ir a ningún cumpleaños.
Este es un tema en el que yo no me puedo meter. Pero, sobre todo, no puedo dar falsas esperanzas a una niña que se siente tan desgraciada. No puedo asegurarle que todo se va a arreglar, no puedo prometer que hablaré con su madre y que la dejará ir al cumpleaños. No puedo -ni quiero- desautorizar a una madre que ha tomado una decisión, aunque yo no la comparta. De modo que, tras dejarle claro a Victoria que "la mamá es la que manda" le dije que podíamos hacer algo: hablaríamos con Ignacio para que él supiera que, aunque Isabel no fuera a su cumpleaños, seguía siendo su amiga. No era un gran consuelo, desde luego. Pero la idea de "hacer algo" al respecto podría animarla un poco. Y funcionó mejor de lo que yo esperaba:
Cuando una Victoria llorosa le explicó a un sorprendido Ignacio que no podía ir a su cumpleaños, pero que quería seguir siendo su amiga, él respondió:
- No llores, Victoria: te guardaré un trozo de tarta y te lo llevaré a casa.
Dudo mucho que los padres de Ignacio accedieran más tarde a llevarle el pastel a Victoria: los adultos aún tenemos mucho que aprender de la generosidad de los niños.

jueves, 17 de abril de 2008

Creciendo

Ayer Mohamed se me acercó nada más entrar en clase, con el pantalón subido hasta la rodilla y señalando con su dedito:

- Mira.

Observé con no mucha atención, esperando ver una de esas "marcas de guerra" (moraduras, arañazos, golpes, incluso algún mordisco) que tanto disfrutan los niños enseñando.

- ¿Qué? - Pregunté cuando no vi nada de eso.

- Pelitos - Dijo con ese acento tan marcado que mantiene, a pesar de lo bien que habla ya el español - Es que me hago mayor.