viernes, 18 de febrero de 2005

Sobreviviendo a "Los Increibles"

Estoy agotada, pero no quería dejar pasar el día sin contaros que he conseguido sobrevivir... Ha sido agotador pero ya ha llegado a su fin y estoy a punto de meterme en la cama... que hoy me lo he ganado :)

Ha llegado el carnaval al colegio y este año mis niños se iban a disfrazar de "Increibles". La idea nos gustó, nos pareció sencilla, y sobre todo más limpia que la del año pasado (¿recordáis los leopardos?) . Hacía ya varios días que mis niños habían pintado sus "i" de "increibles" y que habíamos mandado una carta a las mamás y a los papás pidiéndoles que el viernes los niños acudieran vestidos de rojo y con unos calcetines negros por encima de los leotardos o pantalones. El jueves por la tarde mis niños se dispusieron a preparar sus máscaras negras. Les di los punzones para que picaran y sacaran el hueco de los ojos. Como picar es algo que no les gusta demasiado, supuse que les llevaría bastante tiempo. Y decidí que después yo, ya en casa por la tarde, recortaría la parte exterior. No sólo porque no les iba a dar tiempo, sino también porque -teniendo en cuenta su destreza con las tijeras- era muy probable que alguno se quedara sin máscara. Entre la opción de recortarlas, y la de recortarlas y sacarles los ojos para hacerlas nuevas tras el desastre, prefería la primera.

Nada más empezar Pedro pinchó a Saul con su punzón. Y eso es algo que yo no permito. Puedo hacer la vista gorda ante determinadas trastadas de los niños, pero picar a otro con el punzón me parece algo demasiado grave. Así que le quité a Pedro el punzón. Le dije que no podría utilizarlo durante toda la tarde, de modo que no podría hacer su máscara. Que sólo al día siguiente por la mañana (la fiesta era por la tarde) si no molestaba a nadie más, le permitiría hacerlo. Y que en caso contrario tendría que desfilar sin su máscara. Se puso a llorar y a prometerme que no pincharía a nadie más, pero me parece que en ciertas cosas tengo que ser inflexible, a pesar de que me dé pena y me resulte muy difícil. Insistí en que no le dejaría picar durante la tarde, y el insistió en seguir llorando hasta la hora de irnos a casa... ¡¡menos mal que suele ser bastante silencioso en sus llantos!!

Esa noche a las doce, cuando estaba a punto de meterme en la cama, descubrí, consternada...¡¡que no había recortado las máscaras de mis niños!! Así que me tocó coger las tijeras, sentarme, armarme de paciencia y ponerme a recortar 28 antifaces negros :(

Al día siguiente, viernes, los niños estaban nerviosísimos. Y eso que la fiesta de carnaval en nuestro cole no es gran cosa. Sólo se disfrazan los niños de educación infantil (los de primaria no) y luego desfilan por las clases de "los mayores". Ni siquiera entras las familias para verlos... pero bueno, cualquier cosa que rompa la rutina les altera :)
Los niños y niñas que se quedaban a comer al comedor del colegio ya habían llegado por la mañana vestidos de rojo, como habíamos indicado por carta a las familias. Algunos llevaban incluso los calcetines negros puestos sobre las mallas o los pantalones rojos. Otros, los llevaban en la mochila, para que yo se los colocara cuando llegara el momento.

Y el momento llegó. Las tres de la tarde. Los niños del comedor esperan en clase, impacientes, a que yo llegue con la fila de los que han ido a sus casas. Cada uno demuestra su impaciencia de un modo diferente. Algunos se pelean. Otros se suben a las sillas o las mesas. La mayoría chilla. Algunos se meten en los armarios. El sonido de la puerta al abrirse les indica que yo he llegado, a lo que responden ignorándome. "Ay, Señor" -pienso yo- "¡Qué larga se me va a hacer la tarde!".
El plan para esa hora y media que dura la sesión de la tarde es el siguiente: vestir a los niños, llevarlos a desfilar por las clases de los mayores, y sacarlos al patio a jugar hasta que sea la hora de volver a casa. No parece complicado, así que me lanzo a ello. Reparto folios y pinturas para que estén entretenidos, mientras comienzo a "vestir". ¿Por quien puedo comenzar? Por Rita. Es una de las niñas más tranquilas de la clase, nunca se levanta sin permiso, no hace ruido, no se pelea... Le coloco las braguitas de plástico con la tira naranja de cartulina, y los manguitos hechos también de bolsa de basura. Termino y la mando a su sitio a seguir pintando mientras disfrazo al siguiente.
Con el segundo ya me duelen los riñones. Mientras coloco la cinta adhesiva sujentando las braguitas pienso que las clases de infantil deberían estar equipadas con una percha de la que colgar a los niños para que estén a una altura aceptable mientras tienes que hacer algo como limpiarles los mocos, atarles los zapatos, o colocarles braguitas de plástico, jejejejeje.
Cuando voy a comenzar con el tercero, llega Rita llorando. Su braguita se ha despegado y se le está cayendo. Así que tengo que reparársela :( Ya son las tres y cuarto, y todavía tengo 23 niños más esperando...
Reparo las braguitas de Rita y le advierto que no se mueva demasiado para que aguanten al menos hasta el desfile. Y sigo poniendo celo, grapando cartulinas, enrollando plásticos...
De repente descubro, horrorizada, que son las cuatro menos diez. No he terminado de preparar a los niños y ya deberíamos estar desfilando. El tiempo se me echa encima pero, afortunadamente, llegan dos compañeras a echarme una mano. Se ponen a colocar máscaras mientras yo sigo con las dichosas braguitas. Carlos y Josué han roto las suyas, pero yo me he negado a arreglarlas. ¿Para qué? Si van a seguir rompiéndolas... ya lo haré cuando termine con los demás.
Heidi, a la que he colocado el disfraz hace dos minutos, de repente tiene ganas de hacer pipi. ¿Pero como no lo ha pensado antes? Y en lo que yo no puedo dejar de pensar es en como voy a cumplir mi promesa de hacer fotos (les dije a las madres que haría) si ni siquiera voy a terminar de arreglar a todos a tiempo...

Finalmente lo consigo. A las cuatro y veinte están listos todos mis niños. Tenemos diez minutos para desfilar por el colegio, posar para las fotos, recoger la ropa que ha quedado desperdigada por la clase, y salir en fila para que las mamás los vean :( Yo, mientras tanto, lo que no veo es la hora de irme a casa...

Maestla

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