martes, 16 de diciembre de 2003

La "crisis Rapunzel" (segunda parte)

Bueno, yo lo planteé sin dar importancia a los sexos. Y me sorprendió ver que a ellos tampoco les importaba. Ignacio eligió, encantado, el papel de madre. Y a Víctor le encantó hacer de bruja. Así que ví que el problema se solucionaba fácilmente. Tuve que hacer una adaptación del cuento porque, claro, había que conseguir que se lo aprendieran y eran niños muy pequeños. Además, tenía muy claro que no iba a salir bien. Si los padres y el resto del público (en realidad, a los festivales acudía todo el mundo) se iban a reir, era mejor que nosotros controláramos cuando, ¿no os parece?. Así que introduje en el guión unos cuantos chistes, y les dije a los niños que íbamos a hacer una obra divertida, que queríamos que los padres se rieran. Así, los pequeños actores ya estaban preparados por lo que pudiera ocurrir... Ensayamos la obra una y otra vez, y todo iba de perlas. Los disfraces me quedaron muy graciosos (hasta fui capaz de hacer pelucas, a pesar de mi torpeza), los decorados los pintamos entre los niños y yo... todo iba muy bien. Demasiado bien. Porque, el día antes del estreno, estalló "LA CRISIS RAPUNZEL"
Veréis, era el penúltimo ensayo. Eloy, el príncipe, se cae de la torre y se pincha los ojos con las zarzas. Ya sé que suena un poco cruel, pero es lo que dice el cuento. Además, al final recupera la vista, así que no era tan horrible. Y de repente, en ese momento del ensayo, Eloy se me queda mirando y me dice "No quiero ser el príncipe" ¡¡¡¡Cielos!!!! ¡¡¡Menos de 24 horas antes del estreno!!! Le pregunto por qué, y no me quiere dar ninguna explicación. No hay manera. Entonces, Ignacio (la madre) interviene: "Bueno, pues si quieres, el príncipe soy yo". Y no me parece mal la idea. Estoy a punto de decir que si, pero entonces dice Javi (el padre) "pues yo quiero ser la bruja". Y dice Víctor (la bruja) "pues yo quiero ser..." Y veo que si cedo con uno, se me desmonta todo. Así que les dije que no, que nadie cambiaba de papel, y que hablaríamos más tarde. Cuando salimos al recreo llamé a Eloy para hablar a solas con él; y me preguntó, muy preocupado, si se le tenían que caer los ojos (ay, pobrecito mio, estuve a punto de reirme). Le dije que no, que lo de pincharse los ojos era mentira. Que ocurría en el cuento, pero no en la realidad, y que a él no le pasaría nada. Pero no parecía muy convencido, y me dijo que de todas formas, prefería no ser el príncipe. Entonces, le hice una pregunta. "Eloy, ¿si no te quedas ciego serás el príncipe?" Y me dijo que si. Ése era el único problema. No quería quedarse ciego. Yo suspiré aliviada porque pensé (pobre de mí) que ya estaba todo resuelto.
Llega el último ensayo, y les explico que ha habido "un pequeño cambio": El príncipe no se queda ciego. Sólo se marea por el golpe, y por eso se pierde en el bosque. Y entonces Raquel, hermana de Eloy, y Rapunzel en la obra me mira y me dice "Si el príncipe no se queda ciego, yo no soy Rapunzel".

Maestla

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